

Vestigios de La Ruta Dorada
Este es el secreto para llegar a tan místico lugar. El Dorado no es más que el camino.
María José Oballos Pardo (Bogotá – Colombia, 05/01/1999)
Vestigios de la ruta dorada, 2021
Audiovisual
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Hay un lugar común que todos buscamos, pocos recorremos y puede ser alcanzado, El Dorado. Herederos de sueños anteriores somos los que aún buscan ese lugar. Invadidos por la fiebre del oro, anhelamos que exista, que nos haga más ricos. Pero el nuevo sueño debe ir más allá de un metal que cubre a toda una ciudad que ha sido tragada por leyendas, expediciones, historias y tiempo. Hoy nosotros, como antes los conquistadores, pensamos que El Dorado puede ser encontrado por medio de la vista; confiamos ciegamente en este sentido que nos engaña. Esperamos ver un lugar levantado en cimientos de oro. Aquellos que dicen haber recorrido El Dorado, aseguran que eso de hallar tan codiciado lugar no tiene que ver con lo que se ve a simple vista, o con lo que se oye por medio de teléfonos rotos sobre un imperio amarillo radiante, sino que es parte de una inmensa realidad ficticia que se mantiene viva y nos sigue en el presente, y es tan veraz su existencia como la de Dios. No pretendo encontrar oro, ya no hace parte de la dirección que sigo, porque una vez se encuentra un indicio hacia El Dorado, es posible olvidarse del metal.








A través de la arcilla me acerco a elementos naturales como piedras y plantas que contienen y extraigo información de éstos. Estos objetos en arcilla, se transforman en construcciones de ficción encontradas en lugares como el Cañón del Chicamocha y el Páramo de Santurbán, que tienen su propia historia.
Si sigues tu camino, que recto no va a ser, y mantienes tu ilusión de encontrar la ruta Del Dorado, tal vez la hallarás, más no esperes que sea sencillo y que no te impacte la emoción, pues la ficción se hace verdad con cada paso que se da.